En algunos foros políticos ya se habla abiertamente sobre el futuro de los partidos políticos y sobre la posibilidad de que estos puedan desaparecer a medio plazo, transformados “en otra cosa”, advirtiendo que es ya una herramienta caduca, un concepto social del siglo XX y que ahora vamos caminando lentamente hacia Movimientos, Mareas, Confluencias, etc.

Sin estar seguro de nada, es posible o incluso muy posible que la sociedad se nos haya vuelto más líquida, y por ello más transformable y adaptable a lo que le interesa en cada momento. Y también más fácilmente manipulable.

El (casi seguro) próximo Presidente de Francia no tiene partido político que lo sustente y el “En Marcha!” es un movimiento reciente que aún con la figura jurídica de partido político no tiene por su rápido crecimiento las estructuras básicas de un partido. En igual situación está Mélenchon con su “Partido de Izquierda” ó “Parti de Gauche”, como antes sucedió en Grecia, Italia o incluso Alemania. Le Pen funciona en un partido totalmente desvirtuado para que no meta más miedo. Y los partidos tradicionales franceses han desaparecido.

Aquí a Ciudadanos —aunque digamos lo contrario, pues su nacimiento en Cataluña no tiene nada que ver con su crecimiento por todo el Estado— le sucede lo mismo, pues no tiene suficientes cuadros en el territorio, ni falta que le ha hecho para obtener buenos resultados. Tampoco tuvo partido político el 15M, y Podemos es la suma de muchas cosas y de muchos «depende». Incluso si nos retrotraemos más atrás, IU tampoco era un partido al uso, sino la suma de varios. ZEC es una cosa parecida, como antes lo fue Unidad Popular o Espacio Plural donde participamos desde CHA.

Y si no hay partidos políticos: ¿en qué nos basamos para elegir o para gestionar la democracia? ¿No habíamos dicho que los cuadros eran fundamentales, que todo tenía que ser más horizontal?

Parece ser que todo en esta actualidad social es más líquido, adaptable el momento, con menos carga ideológica, aunque con más carga social que todos intentan copiar, pero disfrazándose en su discurso para contentar a muchos. Más marqueting y menos ideología.

Puede (debe) no gustarnos, podemos creer que esta apreciación es errónea, pero es de la que se habla, y la que vemos como tirante del cambio actual en su lucha por desbocarse o por sujetar el futuro, y del que todos somos responsables por activa o por pasiva.

Las Fundaciones o las Organizaciones políticas seguirán existiendo como viveros de cuadros necesarios. Pero el concepto de Partido es muy posible que desaparezca. La desafección política nos lleva a eso. Vuelven como es lógico, los líderes, las personas y sus equipos. Vuelve el concepto griego de la excelencia, de la filosofía social, de la preparación y de las «escuelas» sociales y políticas. Pero dejan de tener sentido absoluto los partidos como marca estable, e incluso las absorciones y las fusiones de partidos.

Y sí en cambio parecen tener más peso social las organizaciones capaces de reflexionar y plantear experiencia organizativa y social.

Lo que lleven (llevemos) en la mochila es lo único que les (nos) va a dar valor de futuro. Y en la mochila caben muchas cosas, algunas buenas y otras malas, de esas que se pudren.

Julio Puente