Observaba el crecimiento de algunas organizaciones políticas europeas a costa de ampliar sus bases con “amigos de la organización” o simpatizantes que fueran renovando las bases de las organizaciones. Y en esa observación admitía que resulta muy complicado entrar en un partido político sin antes haber pasado por “algo” intermedio. Incluso algunas organizaciones europeas crean Asociaciones Políticas tipo Fundaciones que acogen a nuevas personas, que sin integrarse (de momento inicial) en el partido matriz, se van acercando y reciben información de todo tipo, diseñada para este paso intermedio. Sin dar nombres, hay un partido inglés nuevo que tiene incluso dos organizaciones paralelas para engrosar de simpatizantes diferentes su organización.

Y tras observar el gran trabajo que supone crecer, recordaba el nombre de buenos amigos y amigas que se fueron a descansar desde mi organización política, y con los que en algunos casos sigo manteniendo una buena relación. Hoy en una reunión con empresarios y como representante de CHA en Ebrópolis he saludado a algunos viejos colegas de oficio. Y he mandado recuerdos afectuosos a un antiguo socio con el que tuve serias discrepancias y grandísimos momentos de trabajo en común. El tiempo borra los malos sabores y deja algo de las sonrisas y los buenos proyectos en común.

—¿Y para qué digo todo esto? —Pues no sé bien cómo encajar en esta opinión de martes, que a veces las discrepancias enormes e incluso profundas, pueden tornarse en retomar caminos, en replantear proyectos, en volver a tomar un abrazo en compañía de diálogo o de sonrisas. Nada es eterno, y si se mantienen las relaciones, nada es imposible, cuando la organización es un ente abierto hacia la conquista de metas de bienestar social como país.

Por los caminos de la vida, todos nosotros, en todos los lugares por donde caminamos con paso firme para intentar construir, vamos dejando amigos y compañeros, que se orillan, se cansan o se desplazan. No son nunca enemigos, si acaso contrincantes leves. Pero sus diferencias siempre son con el tiempo, menores de lo que fueron en el momento del abandono. La desafección nunca debe ser la pérdida absoluta.

Así que pensaba en crecer, en barrer para casa, en sembrar nuevo grano…, y en eso me he despertado. 

Julio Puente