A veces me pregunto si la izquierda no habrá abandonado los grandes temas de transformación social, para dedicarse a otros asuntos importantes pero de menor tamaño. No es lo mismo hablar o reflexionar sobre el esclavismo 3.0 bien disimulado que sobre el servicio del 010 aunque parezca lo mismo. Pero un tema afecta a toda la sociedad y el otro a 14 personas.
No es lo mismo hablar de identidad aragonesa que de los bienes de la Franja. No es igual hablar de externalizaciones público privadas que hablar de Parques y Jardines. Un tema se contiene dentro del otro, son similares, pero no abarcan lo mismo. No es igual hablar de medidas contra la despoblación que estudiar poner una piscina en una localidad que no tiene.
Parecería que hemos acotado el mensaje hacia el “menos es más” ocupándonos de los problemas reales del día a día, pero tal vez orillando u olvidándonos de los problemas de “todxs” que nos seguirán afectando dentro de una década. Lo más pequeño es importante siempre, las minorías son muy importantes siempre. Pero siempre que no nos olvidemos que desde la izquierda estamos para transformar y para no dejarnos engañar.
La izquierda debería haber seguido representando a todos y que estos “todxs” se siguieran viendo representados por la izquierda.
No es lo mismo defender a los trabajadores de una empresa mediana o grande en crisis con sus cuadros afiliados y movilizados sindicalmente, que hacerlo para los millones de trabajadorxs de empresas pequeñas, desempleadxs, jóvenes sin futuro, autónomos falsos o becarios entrampados ante la nada. Defender a los trabajadores de Panrico, Auzsa o CocaCola (por poner ejemplos falsos y tontos) tiene imagen. Pero defender la economía laboral y del bien común, los derechos laborales ya asentados, el futuro de nuestra sociedad…, siendo más complejo es mucho más necesario.
Idiota de mí, leo y escucho —excesivamente más veces de las que me gustaría— que algunos colectivos de trabajadores públicos no han cobrado un derecho. Pero no leo mil veces más la retahíla de derechos que han ido perdiendo los trabajadores privados de este territorio. Y me pongo en el lugar de estos de los que nadie parece acordarse y me entra congoja. ¿Qué pensarán de la izquierda los que se sienten olvidados?
Todos conocemos las trampas de sumisión que los agricultores y ganaderos de Aragón tienen que soportar con las semillas o los piensos. Están pillados en unos precios marcados para comprar y vender. Y por ello en unos beneficios tasados para que tan sólo puedan sobrevivir. Lo conocemos, nos lo han dicho mil veces, pero le dedicamos desde la izquierda menos líneas y segundos que para hablar de azud del Ebro o del arreglo de la carretera de Anzánigo.
Y en eso estaba, preguntándome estas cosas, idiota de mí, cuando me he dado cuenta que me tengo que ir de vacaciones unas semanas. Y que además me voy a donde no tengo internet. ¿Lo podré soportar?
Julio Puente