En cuanto pase la tormenta de Cataluña —nadie sabe todavía con cuanta cantidad de truenos o agua de mayo— España parece prepararse para la pluralidad nacional, en un cambio lógico que se debería haber comenzado hace ya al menos dos décadas, cuando el Estado de la Transición demostró su agotamiento en el asunto territorial y autonómico.
Ya hay voces de buena cama que en la nueva Nación de Naciones hablan de al menos tres reconocidas naciones con una separación clara de esa España uniforme que podría ser el resto de territorios. Y se nombra a Galicia, Cataluña y País Vasco. Y enseguida alguna otra voz ha advertido que falta Valencia. ¿Y Aragón?
Y lo más preocupante es que ya se apuntan formas y criterios para seleccionar las que serían Naciones dentro de la Nación, donde algunos de esos criterios nos perjudican claramente. Recordemos que ya en los años 70 fueron precisamente ese tipo de criterios —seleccionados para manipular realidades— los que nos separaron a Aragón del Artículo 155 para llevarnos al Artículo 143. Y si hay dudas preguntarles a algunos territorios y ayuntamientos.
Dicen que no solo se valorará los criterios históricos, sino también los de lengua propia en crecimiento. Y además parece que se tendría muy en cuenta la petición social de los habitantes de cada territorio, y para ello se volvería al criterio de que fueran todas las instituciones de cada territorio las que marcaran la necesidad social de ser una cosa o la contraria. ¿Todo Aragón quiere ser Aragón? ¿Al menos la mayoría de Aragón quiere ser Aragón?
Y aquí debemos reconocer que Aragón es una Nación con enorme diversidad social y política, de sentimientos territoriales a veces encontrados, y donde no se piensa lo mismo sobre el papel del futuro de Aragón, de su presente e incluso de su pasado, según el tipo de instituciones, o si analizamos una sociedad del norte o el sur, el este o el oeste aragonés.
Mucho cuidado con los criterios que se aplican para seleccionar qué naciones se reconocen como Naciones, no vaya a ser que con otro nombre, nos vuelvan a colar el 143 por la puerta de atrás, y quedemos en la sopa española, junto a murcianos, castellanos, riojanos, melillenses o cántabros.
Julio Puente