La obra de Samuel Beckett Esperando a Godot narra la historia de dos personajes cuya única misión es esperar, conversan entre ellos, se preguntan que están haciendo, transcurre y pasa el tiempo pero «el esperado» no aparece… Magnífico ejemplo del teatro del absurdo que usamos prestado, a modo de metáfora, para describir lo que está ocurriendo con la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para 2018.

La situación política está provocando incumplimientos de los plazos previstos para aprobar estas cuentas con la repercusión negativa que tiene para todo el Estado y para Aragón. Nos referimos tanto a las inversiones comprometidas en los distintos programas plurianuales, hasta 281 millones en Aragón por parte solo del Ministerio de Fomento, como las destinadas a impulsar infraestructuras esenciales para la vertebración de nuestro país como el eje ferroviario Norte-Sur, el desdoblamiento de la N-232 entre Mallén y Figueruelas, la mejora del Eje Pirenaico, la N-260, los proyectos para la conversión en autovía del tramo El Burgo-Alcañiz-Valdealgorfa, la culminación de las autovías A-21, la A-22 y la A-23 o las necesarias inversiones en el aeropuerto de Zaragoza…

Y no solo de infraestructuras sufrimos los retrasos sino que también estamos esperando los presupuestos para dar luz verde a los convenios pendientes con el Gobierno de Aragón en distintos ámbitos, educativos, sanitarios y de políticas sociales, que se están viendo igualmente afectados por esta demora. Sin olvidar que seguimos esperando a Montoro para lograr la primera reforma del actual sistema de financiación que podría suponer hasta 100 millones de euros extra para Aragón, a partir de enero de 2018. Ingresos que nos permitirían mejorar aspectos clave como las inversiones productivas, reducir el déficit o incrementar la apuesta del Gobierno de Aragón por la recuperación de las políticas sociales, tan recortadas durante el anterior Gobierno en el periodo 2011-2015. En este caso sabemos seguro que, fruto de estos retrasos, ya no llegarán, ni los recursos, ni el cambio de modelo.

Sin embargo, a pesar de la gravedad del problema, no hay plazos previstos, ni anuncios firmes de acuerdos, ni negociaciones públicas formales, y es que, tal y como se cita en esta obra del dramaturgo irlandés, en una frase que parece destinada a este momento: «¡Nada ocurre, nadie viene, nadie va, es terrible!». Intentando solventar estos temores ya se han presentado en el Senado hasta cuatro preguntas para su respuesta escrita por parte del Gobierno de Rajoy, fruto de los acuerdos establecidos entre Compromís y Chunta Aragonesista. Esperando estas explicaciones, aguardando las inversiones necesarias para Aragón seguiremos reclamando para no acabar como los protagonistas de la obra que nos ha servido de referencia. Justo al final de la misma, ambos personajes, cansados de esperar, se dicen el uno al otro:

«–Entonces ¿nos vamos?

— Sí, vámonos. No se mueven.

Telón.»

(Publicado en El Periódico de Aragón el 31.12.17)