En el Plan Aragonés de Estrategia Turística, en el objetivo 8, medida 69, hablábamos de la necesidad de atraer nuevos eventos deportivos como foco de nuevos turistas relacionados con el deporte, la naturaleza y el desarrollo sostenible. Ejecutando esa medida, desde Turismo de Aragón, del Departamento de Vertebración del Territorio, Movilidad y Vivienda del Gobierno, decidimos proponer a la Federación Aragonesa de Ciclismo la recuperación de la Vuelta a Aragón, cuya primera edición se disputó en 1939, siendo una de las primeras que se organizaron en el Mundo y que había tenido su última edición en 2015 (la primera edición de la Vuelta a España data de 1935).
La Federación pronto se puso a trabajar en el proyecto, con el apoyo de Turismo de Aragón, la colaboración de la Dirección General de Deportes y el patrocinio de empresas y entidades locales que creyeron en él y que hoy, entiendo, pueden estar satisfechas de la inversión realizada y su indudable retorno. La Federación presentó ante la Unión Ciclista Internacional una candidatura que recibió una calificación inmediatamente después de las grandes vueltas. Aragón no podía ni merecía aspirar a menos. Una categoría internacional en las que están, entre otras, la Volta a Portugal, el Tour de Alemania, el de Chequia, el de Hungría o el de Austria.
Es obvio que la organización de un evento de estas características, por sí solo, tiene un retorno económico importante con el hospedaje de todo el personal que acompaña a los veinte equipos de diez nacionalidades que participaron en él (jurado, técnicos, deportistas, periodistas acreditados y un largo etcétera), pero puede aportar un intangible mucho más importante, relacionado con la imagen de Aragón en el exterior.
Aragón tiene una deuda de gratitud con su Federación de ciclismo y, por extensión, con la gente del ciclismo, desde su Comité Organizador, servicios de organización, conductores, equipos de señalización, asistencia y de salidas y llegadas, hasta los voluntarios y voluntarias que aportaron su apoyo a la carrera. Un gran equipo perfectamente organizado y coordinado al que debemos agradecer públicamente su trabajo y desvelos.
Ahora es momento de hacer balance, de decir con orgullo que no nos equivocábamos, que, junto al indudable interés deportivo de un premio que se decidió por segundos, que junto a la belleza de este deporte épico y junto al gusto de ver por nuestras carreteras a los cuatro ciclistas profesionales aragoneses; hemos aprovechado una impresionante ventana para promocionar Aragón como destino turístico, hemos mostrado a 153 millones de hogares de 54 países la belleza de la ciudad de Teruel, las serranías ibéricas, Caspe y su Mar de Aragón, la ciudad de Huesca, el prepirineo, la aridez del Valle del Ebro hasta llegar a la Zaragoza más vanguardista y el Pirineo desde Sabiñánigo hasta culminar en Benasque y las cumbres nevadas de Cerler. Un Aragón plural, variado y con una oferta turística capaz de satisfacer cualquier experiencia que se ansíe. Hemos demostrado la gran capacidad para organizar eventos de estas características de Aragón y estar al nivel más alto exigible.
Ahora queda pensar en la siguiente edición a la que toda la sociedad aragonesa, empresas y entidades están convocadas para seguir demostrando lo que Aragón es capaz a nivel internacional.