Creo que a la gente que nos ubicamos en el polo progresista del pensamiento político, lo que viene aconteciendo estos días nos ha insuflado energía y ánimo renovado. No se puede sentir mejor la primavera que lejos del olor a rancio, que sabiendo que la mayor trama de corrupción de nuestra historia ha pasado factura al ya exGobierno, a M. Rajoy y a quienes apoyaron a pies juntillas sus tesis parapetados tras un plasma.
Tenemos nuevo gobierno y eso siempre abre un tiempo en el que se aúnan la esperanza y las ganas de que empiecen a llegar los cambios. Desde una mirada crítica siempre se puede sacar punta a alguna cosa, como es al titular de la cartera de Interior que llevará el juez conservador Grande-Marlaska; no me gusta nada. Tampoco la Ministra de Economía, Nadia Calviño, a quien con tantos parabienes ha saludado la banca, la troika, y todo el mundo del capital, sabedores de su mano de hierro en el control de los “hombres de negro”. Y finalmente no me acaba de agradar Maxim Huerta como Ministro de Cultura, porque recelo de alguien que ha estado ejerciendo de tertuliano de la prensa rosa. Del resto ya iremos viendo, pero suena bien, como el hecho de romper con la regla paritaria.
En lo que a nuestro territorio respecta dos apuntes. A mí me gusta que alguien como Teresa Ribera, comprometida en la lucha contra el cambio climático, sea la Ministra del recuperado Ministerio de Medio Ambiente. Y que sea beligerante con el carbón no puede ser interpretado como algo malo para nosotros; esa ya hace tiempo que es una batalla perdida, mucho antes de que fuese nombrada Ministra. Confiemos en que sea capaz de dar una alternativa sobre la vía de las renovables, que apueste definitivamente por la reindustrialización sostenible y efectiva de Teruel.
Y el último y más doloroso apunte. Firmo estas líneas cuando han pasado ya 175 días desde el vil asesinato de José Luis Iranzo, de Víctor Romero y Víctor Caballero. En pocos días o semanas, los inefables Delegado y Subdelegado del Gobierno en Aragón y Teruel respectivamente, dejarán sus cargos sin haber dado la cara; sin haber tenido la vergüenza de dimitir, de asumir que comenzaron a decir mentiras a la cara de la gente, de las familias, y que la verdad, la cruda verdad de su ineficacia, de su frivolidad a la hora de abordar aquellos días, les perseguirá siempre. Gustavo Alcalde y José Mª Valero no pueden irse de “rositas” sin más. Antes de dar paso a sus sucesores, deberían de admitir que infravaloraron lo acontecido en Albalate el día 5 de diciembre, que no montaron ningún operativo especial hasta que ya había tres víctimas mortales, que mintieron de forma reiterada al decir que habían puesto todos los medios posibles para capturar a Norbert Feher; mintieron, fueron irresponsables, y hoy hay tres familias destrozadas, amigos rotos por el dolor, y un territorio que sigue denunciando la falta de medios y de seguridad. Que la dolorosa verdad les persiga durante el resto de sus días, y que el peso de la conciencia acabe por doblegarles. #SiempreIRANZO #SiempreVICTOR #SiempreTOTE
Publicado en «bajo aragón digital» 15.06.17