El pasado 28 de agosto fue un día triste para mí y mis compañeros de partido, pues nos dejó nuestra compañera y amiga Prado Murillo, mujer luchadora, trabajadora y buena persona donde las haya. Ella creyó siempre en todas las posibilidades que tenemos en nuestro territorio, trabajó incansablemente por el medioambiente y logró recuperar el antiguo cauce del Guadalope sin que a los caspolinos nos costase un duro, aunque ya se encargaron otros de que gran parte de ese trabajo se olvidara y hasta dejaron que se malograse.
Luchó además por que el llamado Mar de Aragón fuese un espacio público y no un chiringuito privado, que es en lo que se ha convertido en la actualidad. A todo esto, hay que añadir sus esfuerzos por proteger y sacar todo el potencial que tiene la Sierra de Vizcuerno. Le dio a Caspe un impulso a la cultura sin precedentes, que con los años se han encargado en ir haciéndola desaparecer. En fin, fue tal el trabajo realizado que necesitaríamos varias páginas de este periódico para poder explicarlo todo.
Soy una de esas personas que tuvo la suerte de pasar muchas horas con ella, ya fuese trabajando para mejorar nuestro territorio, o simplemente hablando de la vida misma. Pero también hemos compartido ratos de fiesta, e incluso tuve el honor y la alegría de unirla en matrimonio con su querido Agustín.
Hasta última hora estuvo involucrada en asuntos políticos y sociales, aunque su terrible enfermedad estaba consumiendo su cuerpo lentamente. Pese a todo, sus ganas de cambiar las cosas seguían intactas. Su casa era un lugar de idas y venidas constante de amigos y familiares. Ella falleció pero permanecerá siempre en nuestro recuerdo y en nuestro corazón. Nos despedimos del cuerpo de Prado al son de una canción de Joan Báez “Gracias a la vida”. Sus cenizas están en un tilo que plantó su familia en el Vado, lugar en el que fue muy feliz con los suyos.
Así que como dice la canción recién mencionada, un servidor puede dar gracias a la vida por haber podido conocer, compartir tantos momentos y aprender de una mujer como tú, querida Prado.