Joaquín Palacín, Secretario Territorial del Altoaragón y candidato por la circunscripción electoral de Huesca, considera que es necesario que alguien asuma responsabilidades, ya que nos encontramos ante otro dislate más de la CHE, con retrasos en la puesta en servicio de este embalse, y lo que es más grave, con continuas cantidades de dinero público que se están dilapidando para intentar sujetar una ladera que se desliza. A través del senador de Compromís, Carles Mulet, vamos a registrar en el Senado para su respuesta por el Gobierno de Pedro Sánchez las siguientes preguntas: ¿a cuánto asciende el presupuesto que se lleva invertido en las obras de drenaje y consolidación de la ladera izquierda del embalse de Montearagón? ¿cuál es el nuevo cronograma que maneja el Gobierno de España para el llenado total del embalse de Montearagón y su puesta en servicio? ¿piensa el Gobierno de España exigir responsabilidades por el retraso de la puesta en servicio de este embalse y por el incremento constante en dinero público invertido para intentar la misma?

Cuando se anunciaba la inminente puesta en carga del embalse de Montearagón, la realidad es que hemos conocido que ha tenido que posponerse porque a finales de octubre tuvo lugar un nuevo deslizamiento en la ladera donde se estaba actuando. Ante esta situación el Consejo de Ministros  habilitó una partida de emergencia por importe de 362.250 euros para estabilizar la zona afectada.

Joaquín recuerda que este embalse sigue sin entrar en servicio doce años después de la conclusión de la presa, ya que comenzaron las obras en 1995  y finalizaron oficialmente en septiembre de 2006. Esta nueva partida urgente habilitada ha de sumarse a la cantidad de 1,5 millones por el que en febrero fueron adjudicadas las obras de drenaje y consolidación para actuar en la ladera de la margen izquierda que es la causante de que desde 2013 esté paralizado el proceso de llenado del embalse.

Desde CHA se considera que a todo esto hay que sumar el incumplimiento flagrante de Plan de Restitución Territorial, con un nivel de ejecución que sonrojaría a cualquier responsable público.