En estos tiempos tan líquidos, todas las organizaciones que tienen la suerte de no depender de procesos “examinatorios” cada cuatro años se plantean sus objetivos a medio plazo. Tras la moda del 2020, toca hablar y reflexionar del 2035 e incluso algunos ya hablan de los objetivos del 2050. Toda una suerte que no podemos compartir todos. Para algunos los objetivos del 2050 ya no podremos ni examinarlos por lógica de edad.

Pero si es cierto que marcarse en política objetivos a muy corto plazo, es lo que se ha venido haciendo de siempre, en un intento urgente de llegar al ciudadano con ideas fuerza que creemos poder realizar “mañana mismo”. Y les hemos defraudado, pues ni el mañana es el mañana…, y muchas veces incluso es el nunca. Y a su vez hemos perdido de vista el objetivo de reflexionar juntos, sobre lo que queremos ser de mayores, es decir: “De más mayores”.

Al ciudadano, es decir, a la persona, a nuestro vecino tenga las ideas que tenga, le interesan procesos sociales simples. No es tonto, es como tú y como yo, un animal racional.

Quiere seguridad, y la quiere en el más amplio sentido de la palabra, que además es única y diferente en cada persona. Y quiere seguridad para los suyos y aquí entramos en diferenciaciones ideológicas, pues para unos los suyos son unos pocos y para otros son muchos e incluso todos. Y en esa mezcla de seguridad, libertad, justicia en el acceso a los crecimientos humanos es por donde nos movemos.

Pero muchas de estas necesidades —que también son líquidas pues se mueven y se adaptan a las formas y a las modas— son el caldo de cultivo de la política. Tenemos que resolver los problemas de las personas, intuir lo que van necesitando, y crear para ellos y para nosotros un mundo mejor, con arreglo a lo que cada ideología entiende por ese: “Un mundo mejor”.

Y esto no es posible realizarlo en el corto plazo. En el día a día se gestiona, se resuelven problemas rápidos y pequeños, pero no se crea sociedad, no se hace un trabajo de pedagogía social, no se crea identidad social o territorial, no se logra inculcar procesos más complejos que los de la mera supervivencia vital.

En política soy de los que creen que todo debe ser lento, pero todo debe ser contundente y con un camino muy bien trazado. Hay que marcar objetivos, hojas de ruta, inversiones y pequeñas metas para descansar, y grandes metas para llegar. Y en estos tiempos hay además que ir marcando constantemente metas que se muevan de sitio, pues como ya decía antes, todo es líquido, movible, adaptable a las circunstancias.

Julio Puente

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