Que hay una clara relación entre de los gases de efecto invernadero y el cambio climático no hay duda, de estos, la mayor emisión es dióxido de carbono (co2) tampoco hay duda; y de que principalmente viene producido por el uso de los combustibles fósiles tampoco hay duda. Con el fin de reducirlos, los países industrializados han firmado tratados comprometiéndose a llevar una hoja de ruta que, progresivamente, cambie los sistemas productivos actuales, hacia un cierre de la industria consumidora de combustibles fósiles, eficiencia energética, y gire hacia energías renovables y/o cambie los principales sistemas de movilidad basados exclusivamente en el petróleo.

En ese compromiso de mínimos del famoso protocolo de Kioto (1997), del que Europa cumple más que de sobras desde su entrada en vigor (2005). Pero, desde entonces, hemos avanzado poco.
Un país referencia en energías renovables es Alemania, pero, se contradice cuando alrededor del 40% de su producción actual eléctrica proviene del carbón. Allí el verdadero giro ha sido el cierre de sus nucleares debido a la presión social.

Otro dato interesante son los compromisos firmados por la Unión Europea de reducir las emisiones en un 40% respecto a 1990 para el año 2030, con un objetivo final de reducción del 90% para 2050.
¿Qué necesidad tiene el Gobierno de España (donde solamente el 15% de la producción eléctrica proviene del carbón) de ser el primero de la clase, con el anuncio de esa manera tan drástica de dar la vuelta hacia una transición energética sin tener los deberes hechos?

La situación que nos deja a las cuencas mineras tras los anunciados planes del Ministerio de Transición Ecológica son desoladores: son la puntilla a décadas de “inreconversión” crónica del sector en nuestras comarcas, anteponiendo los intereses capitalistas de Endesa arrastrando a SAMCA, y dejando con el pie cambiado a un Lambán sin un modelo claro de desarrollo alternativo para las comarcas mineras, de hoy para mañana.

Con este escenario no podía esperar otro recibimiento la ministra Ribera en su visita a Andorra, recibimiento también justificado porque su visita no vino acompañada de nada que no supiésemos que nos hacía falta: ventajas fiscales, comunicaciones e infraestructuras (carreteras, ferrocarril, internet, agua, servicios esenciales…) industria… Me gustaría saber de qué asesores se aconseja este Gobierno, que es capaz de quitarnos lo poco que nos queda y no traer nada a cambio.