Queridos abuelos: Nunca he tenido la posibilidad de despedirme. Supongo que es posible pensar que como os fusilaron los falangistas en los primeros días tras el “golpe de estado del 36” en Zaragoza yo no os llegué a conocer, por lo tanto no podía deciros hasta siempre.
Pero la realidad es que vuestra presencia en la vida de mi familia ha sido constante, con mis abuelos maternos conviví, los adoré y me despedí, pero con vosotros…
De pequeña vuestro recuerdo se escondía, miedo mucho miedo, yo era una niña y no conocía ese temor, vuestras fotos se veían casi a escondidas, mi padre tenía la misma cantidad de pavor que de orgullo en los ojos cuando nos las enseñaba.
Así, casi de casualidad, con 5 años supe que me llamaba Josefina… como mi abuela y con 16 que no solo os habían fusilado a los dos sino que además, tú, mi abuela, diste a luz a una niña que luego te robaron antes de fusilarte en las tapias del cementerio de Torrero. A la familia le dijeron que en el “tiro de gracia” te habían reventado la tripa, pero no fue cierto.
Con un alto grado del sentido de la justicia y de la dignidad con los que papá y mamá llenaron nuestra educación, una vez fallecido en la cama el dictador creía que sería el momento de saber, de investigar de buscar…
Solo fue el principio, quedaban décadas hasta que se viera con normalidad esa necesidad, el miedo siguió y amasó, se negoció con él en contra de las víctimas y de sus familias, décadas de silencio donde el lema era “no reabrir heridas y pasar página”.
Estaba claro que esa frase solo se puede decir desde el desconocimiento de quien no tiene a nadie en “el olvido de una cuneta”, a nadie robado desde el momento de nacer, a nadie desaparecido… Fueron años en los que fui atesorando información y seguía buscando en soledad.
En torno al cambio de milenio nacieron las asociaciones Memorialistas, los nietos buscando a sus abuelos, buscando sus cadáveres en cunetas para dejar la dignidad de éstos donde siempre debió estar. Plenamente consciente que no podía exhumar vuestros cuerpos de la fosa del cementerio de Torrero, sí sabía que era ya una lucha colectiva.
Decidí participar de forma activa en la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Aragón. Siempre he estado convencida que para pasar página no había otra que leerla primero y por tanto escribirla.
El día que se inauguró el Memorial a las Víctimas del franquismo en el cementerio de Torrero de Zaragoza fue una pequeña batalla ganada. Existís, ya no estáis borrados de la historia, lo dos con vuestro nombre y apellidos en dos pequeños elementos a los que mi padre se agarra y llora cada vez que va, y va todas las semanas, como queriendo recuperar el tiempo perdido. Fue una propuesta que le hizo ARMHA, mi asociación, al Grupo Municipal de Chunta Aragonesista en el Ayuntamiento de Zaragoza, mi partido, una íntima satisfacción poner mi granito de arena y saber que en mi ciudad la “Memoria de las Víctimas” del franquismo es reconocida, respetada y dignificada…, pero sigue quedando mucho por hacer.
Se hizo una Ley estatal para la Memoria Historia, pudo ser valiente pero no lo fue, eso sí, fue un momento de clara inflexión. Ahora está a punto de ver la luz de una nueva “Ley en Aragón de Memoria Democrática” extensa y valiente, siempre mejorable, sin duda.
He participado de forma activa en la mesa de trabajo para redactar esta ley, representando a Chunta Aragonesista, sale reforzada del proceso participativo con las Organizaciones Memorialistas, y de las aportaciones de todos los grupos parlamentarios durante su tramitación en las Cortes de Aragón, para mí ha sido un honor poder trabajar para conseguirlo, podría decir que han sido unos meses, pero la verdad es que han sido años, ya en 2010 se presentó en las Cortes una Proposición de Ley por parte de CHA que no salió apoyada, pero ahora sí, ahora es el momento.
Cuestiones incluidas en la nueva ley, nacida no por casualidad, un 18 de julio, como excluir del acceso a las subvenciones y ayudas económicas autonómicas a los municipios que no quieran eliminar placas, escudos, y otros elementos de homenaje a la sublevación franquista y a su dictadura limpiará de nuestra vista esas bofetadas cada vez que vemos en alguno de nuestros pueblos nombres infames, símbolos como éstos o el registro del Censo de Victimas, van a ayudar a leer la historia, abrir la puerta a que algún día por fin podamos pasar página. ¿Cuándo podremos hacerlo?, ¿Cuándo podremos cerrar heridas?
Cuando las Asociaciones Memorialistas no sean necesarias, cuando las “Asociaciones de Bebés Robados” no tengan nada que preguntar, nada que buscar porque hayamos recuperado nuestra dignidad arrebatada por la violencia, por la sinrazón.
Mientras seguimos en esta lucha colectiva, vuestro hijo sigue teniendo la herida abierta, ya tiene 86 años y hace 81 que vosotros no estáis. Todo el trabajo y todo en lo que he colaborado durante décadas era para poner bálsamo en esas heridas, pero el bálsamo solo alivia.
Todavía no me despido, pero pronto lo haré…