El río Guadalope, desde tiempo inmemorial, ha sido el sustento de la economía caspolina. En tiempos pasados, se podía recorrer todo el río, desde su desembocadura en el Ebro, hasta el pantano de Civán, con todas sus orillas limpias, puesto que la leña seca se limpiaba para consumo de los vecinos que lo solicitaban. También la ganadería contribuía en su pulcritud, pastando los sotos, las orillas, las alamedas y las choperas. Sin embargo, a día de hoy son muy pocos los pastores que quedan, puesto que tanto la administración, como el rechazo social, han hecho que este oficio, tan importante para nuestro medio, se encuentre en peligro de extinción y termine desapareciendo algún día.  

Por ello, el cauce del río Guadalope se ha convertido en una ciénaga. En muchos de sus tramos el agua está estancada por el poco caudal que lleva, por no decir que éste es inexistente. Sus orillas están ciegas de maleza y de montones de brozas, leña y cañas que han arrastrado las riadas y que, por la desidia de las administraciones que gestionan el territorio, no han sido saneadas. No les importamos nada y lo más grave es que nuestros dirigentes también desisten de luchar y reivindicar su limpieza, a pesar de que desde CHA se lo recordamos en plenos a través de mociones o en el apartado de ruegos y preguntas.

Por momentos nos invade una envidia sana de los municipios ribereños aguas arriba, quienes, según noticias que nos llegaron la pasada primavera, recibieron la colaboración tanto de la CHE como de las diferentes administraciones, e incluso de la UME (Unidad Militar de Emergencias), en las labores de limpieza después de las riadas.

Tenemos que tener en cuenta que un río con agua, con sus orillas cuidadas, con sus senderos en condiciones, protegiendo la cantidad de flora y fauna autóctona que aún queda en su entorno, así como sus yacimientos arqueológicos y construcciones de interés que hay en la zona, sería un atractivo importante para caspolinos y visitantes, lo que reforzaría la reputación del municipio.

Desde CHA nos negamos a que las administraciones vean normal que el cauce actual del río sea fruto de la desidia. Seguiremos insistiendo para que se tomen de una vez por todas cartas en el asunto y continuaremos reivindicando que Caspe siga contando con un río y uno una ciénaga.