Nos están escondiendo los problemas de nuestra sociedad: los de la dignidad laboral, los del empobrecimiento, los de la corrupción, los de la justicia de los más débiles, los de nuestra competitividad en y con Europa, nuestra incapaz política exterior, los de la educación simplista para crear pequeños esclavos sin pensamiento crítico. Estamos escondiendo estas realidades sociales bajo el manto de un conflicto que lleva décadas larvándose y al que nadie quiso nunca prestar atención para resolver.

Si nos acercamos en los años sabemos que desde el año 2006, con el ya casi olvidado Estatuto de Miravet recurrido ante el Constitucional por el PP, todo se ha ido acelerando en un callejón sin salida. Perfecto para tapar la crisis económica tan mal gestionada por los gobiernos españoles, la corrupción tan burdamente realizada por unos clásicos caciques del siglo XX y XXI, la incapacidad para poner a nuestro Estado en un lugar digno dentro de esa Europa que también deambula inciertamente.

Hemos logrado llenar los balcones de diferentes telas compradas en bazares chinos, haciendo creer a las personas que posicionándose con los colores, cumplían con su obligación ciudadana. No parece importante saber elegir a la hora de votar, no lo debe ser aprender a reclamar nuestros derechos. Todo se logra remediar sacando telas de colores a la ventana y estar callados excepto en el corrillo de la bilis. Algunas calles parecen las gradas de los circos romanos cuando acudían a ver comer a los leones.

No quiero que nadie me pregunte por el futuro, sé que está por escribir. Desde el diálogo denso, desde la aparición de nuevos líderes, de intelectuales que sepan ver un poco más lejos que a cinco días vista. Líderes que no se dediquen a escribirse cartas de amor o de odio como si fueran adolescentes, sino que sepan dibujar la esperanza a una sociedad aburrida y empobrecida. Vamos muy mal…, y creo que vamos a ir a peor. Pero sigo creyendo en el futuro. Soy idiota.

Julio Puente