Si una cosa se podía afirmar hasta ahora con total seguridad sobre la ciudad de Zaragoza, era la acogida de la juventud del resto de Aragón. La constante falta de oportunidades en el Aragón rural hacía que una ciudad más o menos industrializada y con una capacidad de dinamización laboral superior a la de las pequeñas capitales comarcales, acabara por concentrar a la mayor parte de la juventud del país. Sin embargo, los nuevos signos sociodemográficos tras la crisis de la deuda, iniciada en 2008, han hecho cambiar radicalmente el dibujo de la juventud de la ciudad de Zaragoza. La evolución de la población entre 20 y 34 años entre los años 2008 y 2016 es preocupante. Su peso relativo en la ciudad de Zaragoza es inferior que en el global de Aragón desde el 1 de enero de 2016, cuando la población en edad de iniciar un proyecto de vida, y por lo tanto, de enraigarse, era de un 16,12% en Aragón y de un 16,05% en Zaragoza. Pero este dato no es estático, sino que ha ido avisando de su gravedad desde el año 2008, sin que haya saltado ninguna alarma en la Plaza del Pilar. Entonces, la población joven en Zaragoza era del 22,47% y del 21,75% en el global de Aragón. Ambas, hasta entonces, estaban en descenso al mismo ritmo que el dato global del Estado, que siempre estaba por encima. Pero desde 2008, los datos de Zaragoza fueron confluyendo con los de Aragón paulatinamente, hasta que en 2015 coincidieron en el 16,79% para finalmente, invertirse en el año 2016.
La principal conclusión que se puede extraer es que, a nivel de fijación de población joven en Aragón, Zaragoza no sólo ha dejado de tirar de Aragón, sino que muestra los peores datos de una problemática demográfica que nos debe poner en marcha. ¿La gente joven se va de Zaragoza?
Es evidente que no cabe pensar que la juventud zaragozana se esté marchando al Aragón rural, pues esto además haría diferenciarse a Aragón con respecto al resto del Estado, y no ha sido así. También podría explicarse debido a la vuelta de la población extranjera, que mayoritariamente se concentra en la franja de edad de 20 a 34 años, a sus países de origen, pero este fenómeno afectó por igual al conjunto del país y del Estado y a Zaragoza, y además, el principal descenso se produjo entre 2013 y 2014, cuando también se produce la misma inversión de datos de población extranjera, siendo desde entonces superior en Aragón que en Zaragoza, con una clara tendencia de distanciamiento paulatino.
¿A qué factores responde esta anomalía demográfica que está viviendo Zaragoza? ¿Por qué no sólo no atrae a la población aragonesa, sino que además expulsa a la suya? Lo que está claro es que las políticas de juventud con mayúsculas en nuestra ciudad han brillado por su ausencia desde 2008. Una vía de intervención para revertir esta situación bien podría ser la superación del marco del ocio y de la salud en las políticas de juventud. El prisma de la emancipación quizá también precise superarse, ya que la problemática concreta expuesta hace pensar que, si bien todavía están relacionadas con el problema y se debería incidir en vivienda y empleo, el origen del problema no es la desigualdad por edad, sino una coyuntura socioeconómica que amenaza con convertirse en estructural.
El proceso de elaboración del IV Plan Joven de la ciudad, tan cacareado hace unos meses, está paralizado. Es el momento de retomarlo y orientar las políticas de juventud de la ciudad desde una perspectiva de transversalidad, incidiendo la necesidad de revertir estos datos.