Estamos teniendo una primavera anómala, fría y lluviosa: tanto que, como en otras ocasiones en Aragón, hemos visto como el Ebro subía imparable, inundaba campos, pueblos y dejaba un rastro de desolación y pérdidas millonarias en cultivos. Toda esta agua que pasaba feroz seguía su curso hasta la presa de Mequinenza, forzada a soltar cantidades enormes de agua camino al Delta del Ebro que también ha sufrido inundaciones.
Este hecho, que desde aquí lo vivimos con angustia, preocupación e impotencia, desde otros lugares de España, lo ven como un despropósito y un vil derroche de agua. Me estoy refiriendo concretamente al Presidente de Murcia, el Sr. López Miras, que raudo y veloz, cuando en Aragón estábamos aún procurando contener, controlar y minimizar los daños de tan ingente riada, salió a los medios reclamando todo ese “excedente” de agua y acusando a nuestra comunidad de tirar y malgastar este líquido.
Lo que no dice este señor, ni parece importarle, o quizás ignore, es que el Ebro durante casi todo el año baja prácticamente seco. Es curioso, a la vez que indignante, que desde otras zonas de la Península nos reclamen el trasvase del Ebro, a nosotros, los aragoneses, que estamos sufriendo la indiferencia y el ninguneo del Gobierno del Estado con regadíos pendientes desde hace muchos años y con carencias de infraestructuras que nos permitan desarrollarnos, repoblarnos y afrontar el futuro con más optimismo.
Así mismo llama poderosamente la atención que el señor López Miras reclame para su territorio el agua de las inundaciones del Ebro (una al año, más o menos), y no se plantee que en Murcia sobran campos de golf, regadíos legales e ilegales y apruebe la sobrepoblación en las ciudades costeras que obligan a suministrar cantidades enormes de agua en unas épocas concretas del año. Atender a toda esa demanda es un despropósito; tanto turismo, tanto regadío, tanto campo de golf es un exceso que no podemos, no debemos, ni queremos asumir desde Aragón.
Publicado en La Comarca 5.05.18