Aún no se han acallado los ecos de la histórica movilización del pasado 6 de mayo organizada por Teruel Existe, y ya tenemos las consecuencias inmediatas de sus efectos. Desgraciadamente para las gentes de Teruel la cosa a partir de esta semana no está igual, está peor. De entrada que nada en los Presupuestos Generales del Estado sugiere que haya el más mínimo interés en impulsar una lucha efectiva y directa contra la despoblación. No habrá ni una sola medida fiscal que nos ayude a cultivar el empleo en este solar. A ese respecto habría que tomar dos medidas; la primera es mandar a escaparrar a aquellos que hablan de lucha contra la despoblación y siguen cómodamente asentados en sus poltronas para mirar hacia otro lado, sin impulsar una sola medida que nos de algo de aire. La segunda impedir que nadie organice ni un solo congreso, financie un estudio o venda humo a costa de nuestra desgracia, que ya está bien. Hagamos una propuesta sencilla, a la vista de que somos irrelevantes en el conjunto del PIB del Estado, bien podría este mismo estado que nos olvida y mancilla, impulsar una rebaja o exención fiscal a nuestras empresas. Igual lo podían enmendar nuestros diputados y senadores. Pero va a ser que no.

Ahora la última ocurrencia nos llega con la nueva Ley de Contratos, diseñada para prevenir la corrupción en las obras públicas, que va a poner algo más que zancadillas a los pequeños municipios. La parte más absurda se encuentra en el artículo 118, que obliga a disponer de un informe previo de una “oficina de supervisión” de la que carecen los pequeños ayuntamientos para cualquier obra, con independencia de su coste, que afecte a “la estabilidad, seguridad o estanqueidad” de una infraestructura o equipamiento. Así esta nueva regulación nos va a llevar al absurdo de exigir ese informe previo para la reparación de cualquier tubería o cableado. De este modo nuestros alcaldes y alcaldesas se verán en el brete de o bien cumplir la ley, o por ejemplo dejar al pueblo sin luz, sin agua, hasta que los señores de Madrid resuelvan. Sospecho que esto es de los mismos ideólogos del nuevo servicio de correos que hace que para mandar una carta de Alcorisa a Calanda, la misiva en cuestión se recoja en Alcorisa, se lleve a Teruel y desde allí se remite a su destino definitivo. Con un par, que diría aquel. Que cruz la nuestra, tener que estar bajo el mando semejante banda de “alumbraos”.

Llegados a este punto si lo que quieren es jodernos la vida, yo les pediría que dejen vivir lo que les quede a nuestros pueblos en paz; que dado su nivel gestor mejor que no hagan nada, que nos olviden, porque su empeño por jodernos la vida nos va a costar la provincia, y sinceramente nos es plan.