Me alegra mucho el nacimiento del Proyecto “Retorno de Talentos. Todo suena bien en esta propuesta, les deseo mucho éxito. Sólo espero que sepan salvar esa barrera que desde la Postguerra hasta nuestros días, con la inestimable ayuda de los medios de comunicación, el cine, y el propio Estado, ha hecho que la percepción de la vida en los pueblos haya sido tan negativa.

Hubo un tiempo en que el medio rural abasteció de mano de obra al desarrollo de las grandes ciudades. Hoy poco menos que nos vemos esquilmados del mayor de nuestros recursos y valores, el de la gente joven; los pocos que van naciendo se van para no volver; sus familias habrán costeado con gran esfuerzo una excelente formación, que sin embargo sólo en contadas ocasiones revertirá en el desarrollo de esta tierra. Nos estamos descapitalizando de talento, de lo que más vale. Y todo porque socialmente hay una apuesta por lo urbano; se menosprecia la vida en los pueblos, no formamos parte de la actualidad, si acaso en los magazines de tarde para hablar de fiestas o de lo duras que son las condiciones de vida con nieve. Así mal vamos, porque el modelo que se vende es el la ciudad y sus servicios, lo cosmopolita; como si todos los días, los urbanitas de turno fuesen de copas, al teatro, de compras y viviesen en confortables pisos, trabajasen en luminosas oficinas ganando dinero a manos llenas.

Y sin embargo nuestros pueblos por pequeños que sean tienen de todo a su alcance; nuestra mayor conquista es el tiempo, la libertad que nos brinda el medio, el hecho de que nosotros también podemos ir a Zaragoza a disfrutar de su vida un fin de semana. Somos de pueblo, lo somos con orgullo, con convicción; hemos elegido vivir y desarrollarnos profesionalmente aquí. ¿Qué diferencia hay entre un albañil de Zaragoza y uno de Híjar; entre trabajar en el alcantarillado o una explotación ganadera; qué tiene un médico de pueblo que no tenga uno de ciudad? Hay que contar y cantar las bondades de vivir aquí. La diferencia está en ponderar, en valorar con justicia lo que tenemos. En decir con orgullo yo vivo y trabajo en el pueblo.